abril 05, 2007

El budismo y la revolución venidera



Por Gary Snyder

Quienes se interesan por el desarrollo del budismo en Estados Unidos y por la interacción Oriente-Occidente leerán con interés este texto del poeta Gary Snyder, aparecido hace ya más de cuarenta años. Bajo un título provocador, Gary Snyder introdujo en él las bases de un Budismo Socialmente Comprometido que, después, no ha cesado de influenciar al budismo norteamericano.

El texto fue publicado en 1961 bajo el título "Buddhist Anarchism" ("Anarquismo budista") en el Journal for the Protection of All Beings (n° 1, City Lights, 1961). Una versión revisada apareció bajo el nuevo título "Buddhism and the Coming revolution" ("El budismo y la revolución venidera") en una de las obras de Snyder, Earth House Hold (New Directions, 1969): "Siendo problemático el término de anarquismo, algunos años después, he revisado y dado un nuevo título al texto. En los años cincuenta, en San Francisco, entendíamos por anarquismo una filosofía no-violenta de autogestión y comunitarismo. Pero varios acontecimientos, como los atentados de bomba del siglo diecinueve, son atribuidos a los anarquistas. Supongo que siempre ha habido dos corrientes anarquistas, la violenta y la pacifista."

Una tercera versión titulada "Buddhism and the Possibilities of a Planetary Culture" ("Budismo y las posibilidades de una cultura planetaria") fue publicada más tarde en varias obras (
The Path of Compassion : Writings on Socially Engaged Buddhism, ed. Fred Eppsteiner, Parallax Press, 1985, Deep Ecology, ed. Bill Devall & George Sessions, Peregrine Smith, 1985). Aquí se transcribe la segunda versión de 1969.

Desde un punto de vista budista, la ignorancia que se proyecta en el miedo y el vano apetito impide toda manifestación natural. Históricamente, los filósofos budistas no han sabido analizar hasta qué punto la ignorancia y el sufrimiento eran debidos o favorecidos por factores sociales, considerando el temor y el deseo como hechos intrínsecos a la condición humana. Así, la filosofía budista se interesó principalmente por la teoría del conocimiento y por la psicología en detrimento del estudio de los problemas históricos o sociológicos. Aunque el budismo Mahayana posee una amplia visión de la salvación universal, su realización efectiva se ha concretizado en el desarrollo de sistemas prácticos de meditación para liberar a una minoría de individuos de cuelgues psicológicos y condicionamientos culturales. El budismo institucional ha estado claramente dispuesto a aceptar o a ignorar las desigualdades y las tiranías bajo el sistema político que fuera. Es tal vez la muerte del budismo, puesto que es la muerte de toda forma significativa de compasión. La sabiduría sin compasión no siente dolor.

Hoy en día, ya nadie puede ser inocente o permanecer en la ignorancia de la naturaleza de los gobiernos actuales, de la política y de los órdenes sociales. Los regimenes del mundo moderno mantienen su existencia mediante una avidez y un miedo deliberadamente conservados: extorsiones monstruosas de protección. "El mundo libre" se ha vuelto económicamente dependiente de un sistema increíble de incitación a una avidez que no puede ser colmada, a una sexualidad que no puede ser satisfecha y a un odio que no puede ser expresado salvo contra uno mismo, las personas que se supone que amamos o las aspiraciones revolucionarias de las lamentables sociedades marginales, afectadas por la pobreza, como Cuba o Vietnam. Las condiciones de la guerra fría han transformado todas las sociedades modernas – incluidas las comunistas – en viciosos distorsionadores del verdadero potencial humano. Engendran poblaciones de "preta" – esos fantasmas hambrientos con un apetito de gigante y una garganta no más amplia que una aguja. La tierra, los bosques y toda la vida animal son utilizadas por esos colectivos cancerosos que deshonran el aire y el agua del planeta.

No hay nada en la naturaleza humana o en las condiciones necesarias de las organizaciones sociales humanas que exija en su fondo que una cultura sea contradictoria, represiva y productora de una humanidad violenta y frustrada. Recientes descubrimientos antropológicos y psicológicos lo demuestran de manera cada vez más evidente. Podemos verlo nosotros mismos mediante una correcta percepción de la naturaleza propia o a través de la meditación. Una vez que una persona ha desarrollado esta confianza y esta intuición, esto debe llevarla a un interés real por la necesidad de un cambio social radical mediante una serie de medios que esperamos no sean violentos.

La pobreza gozosa y voluntaria del budismo se convierte en una fuerza positiva. Su tradicional no-violencia y su rechazo a quitar la vida, sea cual sea su forma, tiene implicaciones estremecedoras para las naciones. La práctica de la meditación, que sólo necesita "la tierra bajo los pies", limpia esos montones de inmundicia que nos han sido vertidos en la mente por los medios de comunicación y las universidades de pacotilla. Creer que la realización tranquila y generosa del deseo natural de amar es posible destroza las ideologías que ciegan, mutilan y reprimen. Esta realización abre la vía a un tipo de comunidad que asombraría a los "moralistas" y que transformaría armadas de hombres que son guerreros feroces por no haber podido ser personas afectuosas.

La filosofía budista del Avatamsaka (Kegon) ve el mundo como una amplia red interconectada en la cual todos los objetos y los seres son necesarios e iluminados. Desde cierto punto de vista, los gobiernos, las guerras y todo lo que consideramos "malo" está, sin duda, dentro de esta globalidad. El halcón, el vuelo en picado y la liebre son uno. Desde el punto de vista "humano", no podemos vivir en estas condiciones a menos que todos los seres vean con los mismos ojos despiertos. El bodisatva vive según la vida del que sufre, y debe ser útil ayudando a los que sufren.

La revolución social ha sido la misericordia de Occidente; el despertar personal al yo fundamental/vacuidad, la misericordia de Oriente. Necesitamos ambos. Ambos están contenidos en los tres puntos tradicionales de la vía búdica: la sabiduría (prajña), la meditación (dhyâna), y la moralidad (sîla). La sabiduría es el conocimiento intuitivo del espíritu de benevolencia y de claridad que mora bajo las ansiedades y las agresiones que opera el ego. La meditación es ir al fondo del espíritu para ver todo eso por uno mismo – una y otra vez, hasta que se convierte en el lugar en el que uno mora. La moralidad es llevar todo eso a la forma de vivir, mediante la ejemplaridad personal y la acción responsable, en última instancia hacia la verdadera comunidad (la sangha) de "todos los seres".

Este último aspecto tiene un sentido, para mí, que sustenta toda revolución cultural o económica que se dirige claramente hacia un mundo libre, internacionalizado y sin clases. Significa utilizar medios como la desobediencia civil, la crítica franca, la protesta, el pacifismo, la pobreza voluntara e incluso la violencia suave si se trata de contener a algún reaccionario impetuoso. Significa mantener el espectro de todos los comportamientos individuales no-violentos lo más amplio posible – defendiendo el derecho de los individuos de fumar cannabis, de consumir peyote, de ser polígamo, poliandra o de ser homosexual. Comportamientos y prácticas prohibidas durante largo tiempo por un Occidente judeo-capitalista-cristiano-marxista. Significa respetar la inteligencia y el estudio, pero no bajo su aspecto ávido o como medio para conseguir poder personal. Trabajar bajo la propia responsabilidad, pero querer trabajar en grupo. "Formar la nueva sociedad en la cáscara de la antigua", fue el eslógan del sindicato Industrial Workers of the World hace cincuenta años.

De todas maneras, las culturas tradicionales están condenadas a desaparecer, y más que acercarse desesperadamente a sus buenos aspectos, deberíamos acordarnos de que cualquier cosa que perteneció o que pertenece a otra cultura puede ser reconstruido por el inconsciente a través de la meditación. De hecho, creo que la revolución venidera volverá a cerrar el círculo y nos volverá a unir de diferentes maneras con los aspectos más creativos de nuestro pasado ancestral. Con un poco de suerte, finalmente podremos llegar a una cultura mundial totalmente integrada que comprenderá una transmisión matrilineal, un casamiento bajo todas sus posibilidades, economía comunista de crédito natural, menos industrias, mucha menos gente y más parques nacionales.

Epílogo de "Bendiciones Cotidianas"


SIETE INTENCIONES Y DOCE EJERCICIOS
PARA LA CRIANZA DE LOS HIJOS
EN LA ATENCIÓN PLENA





Intencionalidad–La crianza de los Hijos como una Disciplina Espiritual


Las intenciones nos recuerdan lo que es importante. Cuando formamos la intención de hacer algo, y esa intención a su vez informa nuestras opciones y acciones, aumentan mucho nuestras posibilidades de ser sensibles a lo que es importante en nuestras vidas, y es más probable que captemos el concepto general. Nuestras intenciones sirven como planos de construcción, permitiéndonos dar forma y dirección a nuestros esfuerzos, y evaluar como la estamos haciendo al trabajar en desarrollar algo digno de nosotros y de nuestras vidas. De manera que en algún momento, cuando quiera que sea, tenemos que decidir qué es realmente importante para nosotros, y luego trabajar constantemente en tener presente ese marco de referencia a medida que se desarrollan las cosas.


En la crianza de los hijos en la atención plena, es importante reafirmar ciertos principios desde el comienzo. Esto no significa que si ya tenemos hijos, sea demasiado tarde para traer la atención plena a la crianza de ellos. Significa que comenzamos, cuando estamos listos, dondequiera que estemos en nuestras vidas, y trabajamos en el aquí y el ahora, formulando las intenciones que para nosotros son importante afirmar y llevar a cabo, y que son realistas. No sólo nunca es demasiado tarde para introducir la atención plena en nuestras vidas; el preciso instante en que hacemos el compromiso consciente de hacerlo se vuelve el momento perfecto para comenzar.

A continuación hay algunas intenciones que puedes encontrar útiles. Por supuesto, también puedes crear las propias.


INTENCIÓN UNO: Traeré toda mi creatividad al trabajo de la crianza de los hijos en la atención plena.


INTENCIÓN DOS: Veré la crianza de los hijos como una disciplina espiritual, en el sentido de que me proporciona todas las oportunidades necesarias para cultivar la sabiduría y abrir mi corazón, de manera que pueda conocer y expresar mi verdadera naturaleza y que comparta lo mejor de mí con mis hijos y con el mundo.


INTENCIÓN TRES: Cultivaré la atención plena y el discernimiento en mi vida diaria, sobre todo con mis hijos, usando la atención a mi respiración para estar bien asentado en el momento presente.


INTENCIÓN CUATRO: Haré todos los esfuerzos para ver a mis hijos como quienes realmente son, y para recordar el aceptarlos por quienes son en cada edad, en lugar de cegarme con mis propias expectativas y temores. Al hacer un compromiso de vivir mi propia vida totalmente y de trabajar en ver y aceptarme tal como soy, podré lograr una aceptación similar de mis hijos. De esta manera les puedo ayudar a crecer y materializar su potencial total como seres únicos.


INTENCIÓN CINCO: Haré todos los esfuerzos para ver las cosas desde el punto de vista de cada hijo y de entender cuales son sus necesidades, y de satisfacerlas lo mejor que pueda.


INTENCIÓN SEIS: Usaré cualquier cosa que suceda en mi propia vida y en las vidas de mis hijos, incluyendo los momentos más oscuros y difíciles, como “harina de este costal”, para crecer como ser humano de manera de entender mejor a mis hijos, sus necesidades espirituales, y lo que se requiere de mí como padre.


INTENCIÓN SIETE: Desplegaré estas intenciones en mi corazón, y me comprometeré a ponerlas en práctica lo mejor que pueda, todos los días, y de las maneras apropiadas que me parezcan correctas y que honren la soberanía de mis hijos, y la mía propia.

Doce Ejercicios para la crianza de los Hijos en la Atención Plena

1. Intenta imaginar el mundo desde el punto de vista de tu hijo, dejando ir, intencionalmente, tu propio punto de vista. Haz esto todos los días durante por lo menos unos momentos para recordar quién es este hijo y qué es lo que enfrenta en el mundo.


2. Imagínate cómo se te ve y escucha desde el punto de vista de tu hijo, es decir, teniéndote a ti como padre hoy, en este momento. ¿Cómo podría modificar esto la forma en que te comportas en tu cuerpo y en el espacio, como hablas, lo que dices? ¿Cómo deseas relacionarte con tu hijo en este momento?


3. Practica el ver a tus hijos como simplemente perfectos de la forma que son. Fíjate si puedes mantenerte atento a su soberanía de un momento al siguiente momento, y trabaja en aceptarlos tal como son cuando sea más difícil para ti hacerlo.


4. Está atento de tus expectativas respecto de tus hijos y considera si son verdaderamente en su mejor interés. También, sé consciente de como comunicas esas expectativas y como los afectan.


5. Practica el altruismo, poniendo las necesidades de tus hijos por encima de las tuyas propias siempre que sea posible. Entonces ve si no hay algún terreno común donde tus verdaderas necesidades también puedan satisfacerse. Te sorprenderás cuánto traslape es posible, sobre todo si eres paciente, y te esfuerzas hacia el equilibrio.


6. Cuando te sientas perdido, o confundido, recuerda detenerte, como en el poema de David Wagoner: “El bosque respira…” Escucha lo que está diciendo; “El bosque sabe/Donde estás. Debes permitirle encontrarte…” Medita sobre el todo, trayendo tu atención total a la situación, a tu hijo, a ti mismo, a la familia. Al hacerlo, puede que vayas más allá del pensamiento, incluso del pensamiento bueno, y puedas percibir intuitivamente, con todo tu ser (sentimientos, intuición, cuerpo, mente y alma) lo que realmente necesita hacerse. Si aún así no está claro, quizá lo mejor sea no hacer nada hasta que se aclare más. A veces es bueno permanecer callado.


7. Intenta personificar la presencia silenciosa. Con el tiempo esto crecerá más allá de la practica formal e informal de la atención plena, si estás atento a cómo te comportas y a lo que proyectas con el cuerpo, la mente y el habla. Escucha cuidadosamente.


8. Aprende a vivir con la tensión sin perder tu propio equilibrio. En Zen y el Arte de Arquería, Herrigel describe cómo le fue enseñado a permanecer sin esfuerzo en el punto de mayor tensión sin disparar la flecha. En el momento correcto, la flecha se dispara misteriosamente a sí misma. Haz esto practicando el enfrentar cualquier momento, por difícil que sea, sin intentar cambiar nada y sin pretender que ocurra un resultado particular. Simplemente trae tu conocimiento pleno y tu presencia a ese momento. Practica el ver que cualquier cosa que surge se puede “trabajar”, si estás dispuesto a estar parado de esa manera en el presente, confiando en tu intuición y en tus mejores instintos. Tu hijo, sobre todo cuando es más chico, necesita que tú seas un centro de equilibrio y responsabilidad, un hito confiable con el que pueda orientarse dentro de su propio territorio. La flecha y el blanco se necesitan uno a otro. El forzar no ayuda. Se encontrarán mejor a través de la atención sabia y de la paciencia.


9. Pide disculpas a tu hijo cuando hayas traicionado su confianza aún de la manera más pequeña. Las disculpas sanan. Una disculpa muestra que has pensado más sobre la situación y has logrado verla con más claridad, o quizás más desde el punto de vista de tu hijo. Pero debemos estar atentos al pedir “perdón” demasiado a menudo. Pierde su significado si nosotros lo estamos diciendo siempre, o si hacemos un hábito del remordimiento. Entonces puede convertirse en una manera de no tomar responsabilidad de nuestras acciones. Sé consciente de esto. A veces, el cocinar al remordimiento puede ser una buena meditación. No apagues el fuego hasta que la comida esté lista.


10. Cada niño es especial, y cada hijo tiene necesidades especiales. Cada uno ve de una manera completamente única. Sostén una imagen de cada hijo en tu corazón. Sorbe su ser, mientras le deseas lo mejor.


11. Hay tiempos muy importantes en los que necesitamos practicar el ser muy claros y muy fuertes e inequívocos con nuestros hijos. Permite que esto provenga tanto como sea posible de tu conocimiento y generosidad y discernimiento, en vez del miedo, de la arrogancia, o del deseo de controlar. La crianza de los hijos en la atención plena no significa el consentir demasiado, el descuidar o el ser débil; ni tampoco significa el ser rígido, dominante y controlador.


12. El mayor regalo que le puedes dar tu hijo es tu mismo. Esto significa que parte de tu trabajo como padre es seguir creciendo en el auto-conocimiento y en la percepción. Tenemos que estar bien asentados en el momento presente para compartir lo que es más profundo y mejor en nosotros. Éste es un trabajo continuo, pero puede avanzarse reservando un tiempo para la contemplación silenciosa, en cualquier forma que sea cómoda para nosotros. Sólo tenemos el ahora. Permitámonos usarlo lo mejor posible, para el beneficio de nuestros hijos, y el nuestro propio.


Epílogo de BENDICIONES COTIDIANAS, por Myla y Jon Kabat-Zinn


Alfabetización Ecológica

Epílogo del libro El Tejido de la Vida, de Fritjof Capra

Reconectarse con el tejido de la vida significa construir y nutrir comunidades sustentables en las que podamos satisfacer nuestras necesidades y aspiraciones, sin disminuir las oportunidades de generaciones futuras. Para esta tarea podemos aprender valiosas lecciones del estudio de los ecosistemas, que son comunidades sustentables de plantas, animales y microorganismos. Para entender estas lecciones necesitamos aprender los principios básicos de la ecología. Necesitamos volvernos, por así decirlo, ecológicamente alfabetizados. Ser ecológicamente alfabetizados, o “eco-alfabetizados”, significa entender los principios de organización de las comunidades ecológicas (los ecosistemas) y usar esos principios para crear comunidades humanas sustentables. Necesitamos revitalizar nuestras comunidades –incluyendo nuestras comunidades educativas, comerciales y políticas– para que los principios de la ecología se manifiesten en ellas como principios de educación, administración y política.

La teoría de los sistemas vivos discutida en este libro provee un marco conceptual como eslabón entre las comunidades ecológicas y las comunidades humanas. Las dos son sistemas vivos que exhiben los mismos principios básicos de organización. Son redes cerradas en cuanto a organización, pero abiertas a los flujos de energía y recursos; sus estructuras son determinadas por sus historias de cambios estructurales; son inteligentes debido a las dimensiones cognoscitivas inherentes a los procesos vitales.

Hay muchas diferencias, claro, entre los ecosistemas y las comunidades humanas. En los ecosistemas no hay auto-conciencia, ni lenguaje, ni conciencia, ni cultura; y por consiguiente no hay justicia o democracia; pero tampoco codicia o deshonestidad. No podemos aprender nada de los ecosistemas sobre esos valores y limitaciones humanas. Pero lo que sí podemos y debemos aprender de ellos es como vivir en forma sustentable. Durante los tres mil millones de años de evolución, los ecosistemas del planeta se han organizado en formas sutiles y complejas de manera de aumentar al máximo la sustentabilidad. Este conocimiento de la naturaleza es la esencia de la eco-alfabetización.

Basándonos en el modo de ver a los ecosistemas como redes autopoiéticas[1] y estructuras disipativas[2], podemos formular un juego de principios organizativos que pueden ser identificados como los principios básicos de la ecología y podemos usarlos como las pautas para construir comunidades humanas sustentables.

El primero de esos principios es la interdependencia. Todos los miembros de una comunidad ecológica están interconectados por medio de una inmensa e intrincada red de relaciones, el tejido de la vida. Derivan sus propiedades esenciales y, de hecho, su existencia misma, de su relación con las otras cosas. La interdependencia –la dependencia mutua de todos los procesos vitales– es la propia naturaleza de las relaciones ecológicas. La conducta de cada miembro vivo del ecosistema depende de la conducta de muchos otros. El éxito de la comunidad entera depende del éxito de sus miembros individuales, mientras que el éxito de cada miembro depende del éxito de la comunidad en conjunto.

Entender la interdependencia ecológica significa entender las relaciones. Esto requiere de cambios de percepción que son característicos del pensamiento sistémico –de las partes al todo, de los objetos a las relaciones, de los contenidos a los patrones. Una comunidad humana sustentable es consciente de las múltiples relaciones entre sus miembros. Nutrir la comunidad significa nutrir esas relaciones.

El hecho de que el patrón básico de la vida tenga forma de red significa que las relaciones entre los miembros de una comunidad ecológica son no-lineales, involucrando múltiples lazos de retroalimentación[3]. Las cadenas lineales de causa y efecto casi no existen en los ecosistemas. Por lo tanto, una perturbación no se limitará a un solo efecto, sino que probablemente se extenderá en patrones más y más grandes. Incluso puede ser amplificada por lazos interdependientes de retroalimentación, llegando a ocultar totalmente el origen de la perturbación.

La naturaleza cíclica de los procesos ecológicos es un principio importante de la ecología. Los lazos de retroalimentación del ecosistema son las sendas a lo largo de las cuales se reciclan continuamente los nutrientes. Ya que son sistemas abiertos, todos los organismos en un ecosistema producen residuos, pero lo que es desecho para una especie es alimento para otra, de manera que el ecosistema como un todo permanece sin pérdidas. Las comunidades de organismos han evolucionado de esta manera por miles de millones de años, usando y reciclando continuamente las mismas moléculas de minerales, agua y aire.

La lección que hay aquí para las comunidades humanas es obvia. Una de las confrontaciones más importantes entre la economía y la ecología deriva del hecho de que la naturaleza es cíclica, mientras que nuestros sistemas industriales son lineales. Nuestras empresas toman recursos, los transforman en productos más deshechos, y venden los productos a los consumidores, quienes producen más deshechos luego de consumir los productos. Los modelos sustentables de producción y consumo deben ser cíclicos, imitando los procesos cíclicos de la naturaleza. Para lograr tales modelos cíclicos, es necesario rediseñar fundamentalmente nuestros negocios y nuestra economía.

Los ecosistemas difieren de los organismos individuales en que aquellos son en gran medida (aunque no completamente) sistemas cerrados con respecto al flujo de materia, pero abiertos con respecto al flujo de energía. La fuente primaria para ese flujo de energía es el sol. La energía solar, transformada en la energía química por las plantas verdes por medio de la fotosíntesis, mantiene a la mayoría de los ciclos ecológicos.

Las implicaciones para el mantenimiento de comunidades humanas sustentables son de nuevo obvias. La energía solar en sus muchas formas –luz solar para calefacción y electricidad fotovoltaica, viento y energía hidroeléctrica, biomasa, etc.– es el único tipo de energía que es renovable, económicamente eficaz y que no es nociva para el medio ambiente. Por no prestar atención a este hecho ecológico, nuestros líderes políticos y corporativos ponen una y otra vez en peligro la salud y el bienestar de millones de personas alrededor del mundo. La guerra de 1991 en el Golfo Pérsico, por ejemplo, que mató a centenares de miles, empobreció a millones y causó desastres ambientales inauditos, tuvo su origen en gran parte en las políticas energéticas equivocadas de los gobiernos estadounidenses de Reagan y Bush.

El describir a la energía solar como económicamente eficaz supone que se cuenten honestamente los costos de producción de energía. Éste no es el caso en la mayoría de las actuales economías de mercado. El así llamado mercado libre no proporciona la información apropiada a los consumidores, porque los costos sociales y medioambientales de producción no son parte de los modelos económicos actuales. Estos costos son etiquetados como variables “externas” por los economistas del gobierno y de las corporaciones, porque no encajan en su encuadre teórico.

Los economistas de las corporaciones no sólo tratan como artículos de consumo gratuito al aire, al agua y a la tierra, sino también al delicado tejido de las relaciones sociales, que son profundamente afectadas por la continua expansión económica. Las ganancias privadas se hacen a un gran costo público en cuanto al deterioro del ambiente y de la calidad de la vida en general, y a costa de las generaciones futuras. El sistema comercial simplemente nos da información incorrecta. No hay retroalimentación, y una alfabetización ecológica básica nos dice que semejante sistema no es sustentable.

Uno de las maneras más eficaces de cambiar la situación sería una reforma fiscal ecológica. Tal reforma sería estrictamente neutral a las ganancias, pasando la carga tributaria de los impuestos a los ingresos a los “eco-impuestos". Esto significa que se agregarían impuestos a los productos existentes, a las formas de energía, servicios y materiales, para que los precios reflejaran los verdaderos costos. Para tener éxito, una reforma impositiva ecológica necesita ser un proceso lento y a largo plazo, para dar tiempo suficiente a las nuevas tecnologías y a los modelos de consumo a adaptarse, y los eco-impuestos deben ser aplicados de forma previsible para alentar la innovación industrial.

Semejante reforma impositiva ecológica, lenta y a largo plazo, gradualmente sacaría del mercado a las tecnologías y modelos de consumo despilfarradores y dañinos. A medida que subieran los precios de la energía, con las correspondientes reducciones al impuesto a las ganancias para compensar el aumento, las personas cambiarán cada vez más de los automóviles a las bicicletas, a usar el transporte público y a compartir vehículos para ir a trabajar. Al subir los impuestos a los productos petroquímicos y al combustible, de nuevo con reducciones compensadoras en los impuestos al ingreso, el cultivo orgánico no sólo sería el más saludable sino también la forma más barata de producir alimentos.

Los eco-impuestos están actualmente siendo discutidos seriamente en varios países europeos y probablemente serán introducidos tarde o temprano en todos los países. Para permanecer competitivos bajo tal sistema nuevo, los gerentes y empresarios necesitarán volverse ecológicamente letrados. En particular, el conocimiento detallado del flujo de energía y materia a través de una compañía será esencial, y es por esto que la práctica recientemente desarrollada de “eco-auditorías” será de gran importancia. Una eco-auditoría se preocupa por las consecuencias medioambientales de los flujos de materia, energía y personas a través de una compañía, y por consiguiente con los verdaderos costos de producción.

La asociación es una característica esencial de las comunidades sustentables. Los intercambios cíclicos de energía y recursos en un ecosistema son mantenidos por una cooperación profunda. De hecho, hemos visto que desde la creación de las primeras células con núcleo, hace más de dos mil millones años, la vida en la Tierra ha procedido a través de arreglos cada vez más intrincados de cooperación y evolución conjunta. La tendencia a la asociación –a relacionarse, a establecer lazos, a vivir uno dentro de otro y cooperar– es uno de los sellos de vida.

En las comunidades humanas asociarse significa democracia y fortalecimiento personal, porque cada miembro de la comunidad juega un papel importante. Combinando el principio de asociación con la dinámica de cambio y desarrollo, podemos también usar metafóricamente en las comunidades humanas el término de “coevolución”. A medida que una asociación progresa, cada miembro entiende mejor las necesidades de los demás. En una sociedad verdadera, comprometida, ambas partes aprenden y cambian –coevolucionan. Aquí también notamos la tensión fundamental entre el desafío de una sustentabilidad ecológica y la estructura de nuestras sociedades actuales, entre la economía y la ecología. La economía enfatiza la competencia, la expansión y la dominación; la ecología da énfasis a la cooperación, la conservación y la asociación.

Los principios de ecología mencionados hasta el momento –interdependencia, flujo cíclico de recursos, cooperación y asociación– son todos aspectos diferentes del mismo modelo de organización. Así es como se organizan los ecosistemas para aumentar al máximo la sustentabilidad.

Entendido este modelo, podemos hacer preguntas más detalladas. Por ejemplo, ¿Cuál es la flexibilidad de estas comunidades ecológicas? ¿Cómo reaccionan a perturbaciones externas? Estas preguntas nos llevan a otros dos principios de ecología –flexibilidad y diversidad– que son los que permiten que los ecosistemas sobrevivan a las perturbaciones y se adapten a las condiciones cambiantes.

La flexibilidad de un ecosistema es una consecuencia de sus múltiples lazos de retroalimentación, los cuales tienden a devolverlo al balance cuando hay una desviación de la norma, debido a cambios de las condiciones en el medio ambiente. Por ejemplo, si un verano extraordinariamente caluroso da como resultado un crecimiento mayor de algas en un lago, algunas especies de peces que se alimentan de estas algas pueden crecer y reproducirse más, y al aumentar su cantidad empieza a disminuir la cantidad de algas. Una vez que su fuente principal de comida se reduzca, los peces empezarán a morir. Conforme disminuye la población de peces, las algas se recuperarán y extenderán de nuevo. De esta manera la perturbación original genera una fluctuación alrededor de un lazo de retroalimentación, que a la larga trae al sistema peces/algas de regreso al equilibrio.

Perturbaciones de ese tipo ocurren todo el tiempo, porque las cosas en el medio ambiente cambian todo el tiempo, y así el efecto neto es una fluctuación incesante. Todas las variables que podemos observar en un ecosistema –densidad de población, disponibilidad de nutrientes, patrones del tiempo y demás– siempre fluctúan. Así es que como los ecosistemas se mantienen en un estado flexible, preparados para adaptarse a las condiciones cambiantes. El tejido de la vida es una red flexible, siempre fluctuante. Entre más variables se mantienen fluctuando, más dinámico es el sistema; mayor es su flexibilidad; y también mayor es su habilidad para adaptarse a condiciones cambiantes.

Todas las fluctuaciones ecológicas tienen lugar dentro de ciertos límites de tolerancia. Siempre existe el peligro que se derrumbe todo el sistema cuando una fluctuación va más allá de esos límites y el sistema ya no puede compensarla. Lo mismo es cierto para las comunidades humanas. La falta de flexibilidad se manifiesta como tensión. En particular, hay tensión cuando una o más variables del sistema son llevadas a sus valores extremos, lo que induce una mayor rigidez en todo el sistema. La tensión temporal es un aspecto esencial de vida, pero la tensión prolongada es dañina y destructiva para el sistema. Estas consideraciones llevan a la importante realización de que dirigir un sistema social –una compañía, una ciudad o una economía– significa encontrar los valores óptimos de las variables del sistema. Si uno intenta aumentar al máximo una sola variable cualquiera en lugar de optimizarla, esto llevará invariablemente a la destrucción del sistema como conjunto.

El principio de flexibilidad también hace pensar en una estrategia correspondiente para la resolución de conflictos. En cada comunidad habrá invariablemente contradicciones y conflictos, que no pueden resolverse a favor de uno u otro lado. Por ejemplo, la comunidad necesitará estabilidad y cambio, orden y libertad, tradición e innovación. En lugar de hacerlo por decisiones rígidas, estos conflictos inevitables serán resueltos mucho mejor estableciendo un equilibrio dinámico. La alfabetización ecológica incluye el conocimiento de que ambos lados de un conflicto pueden ser importantes, dependiendo del contexto, y de que las contradicciones dentro de una comunidad son señales de su diversidad y vitalidad, y por lo tanto contribuyen a la viabilidad del sistema.

En los ecosistemas el papel de la diversidad está estrechamente conectado con la estructura de red del sistema. Un ecosistema diverso también será elástico, porque contiene muchas especies con funciones ecológicas que se traslapan y pueden reemplazarse parcialmente entre sí. Cuando una perturbación severa destruye una especie en particular, de modo que se rompe un eslabón de la red, una comunidad con diversidad podrá sobrevivir y reorganizarse porque otros eslabones en la red pueden cumplir por lo menos parcialmente la función de la especie destruida. En otros palabras, cuanto más compleja es la red, cuanto más complejo es su patrón de interconexiones, más elástica será.

En los ecosistemas la complejidad de la red es una consecuencia de su biodiversidad y así una comunidad ecológica diversa es una comunidad flexible. En las comunidades humanas la diversidad étnica y cultural puede jugar un papel similar. Diversidad significa muchas relaciones diferentes, muchas estrategias diferentes para el mismo problema. Una comunidad diversa es una comunidad elástica, capaz de adaptarse a situaciones cambiantes.

Sin embargo, la diversidad es una ventaja estratégica sólo si hay una comunidad verdaderamente vibrante, sostenida por un tejido de relaciones. Si la comunidad está fragmentada en grupos aislados e individuos, la diversidad puede fácilmente volverse una fuente de prejuicio y fricción. Pero si la comunidad es consciente de la interdependencia de todos sus miembros, la diversidad enriquecerá todas las relaciones y así enriquecerá a la comunidad en conjunto, así como a cada miembro individual. En una comunidad semejante, la información y las ideas fluyen libremente a través de toda la red, y la diversidad de interpretaciones y de estilos de aprendizaje –aún la diversidad de errores– enriquecerá a la comunidad entera.

Éstos son, entonces, algunos de los principios básicos de ecología –interdependencia, reciclaje, asociación, flexibilidad, diversidad y, como consecuencia de todos aquéllos, sustentabilidad. Cuando se acaba nuestro siglo y vamos hacia el comienzo de un nuevo milenio, la supervivencia de la humanidad dependerá de nuestra alfabetización ecológica, de nuestra habilidad para entender estos principios de ecología y vivir de acuerdo con ellos.





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[1] Autopoiesis (del griego, “que se hace a sí mismo”). Término acuñado por Humberto Maturana y Francisco Varela para describir lo que hace que un organismo esté vivo. La organización es cerrada (las componentes ayudan a producir y transformar componentes –sin perder la circularidad) y crea una frontera con el medio. Hay una acoplamiento estructural con el medio; éste no especifica o dirige los cambios; no hay, estrictamente, un intercambio de información. (N.T.)

[2] Estructura disipativa. Concepto desarrollado por Iliya Prigogine para caracterizar un sistema al cual un flujo de energía (desde y hacia el medio) lo mantiene lejos del equilibrio. Su dinámica es no lineal; una perturbación creciente puede llevar al sistema a una forma novedosa de orden, de mayor complejidad y auto-organización. (N.T.)

[3] Lazo de retroalimentación. Concepto desarrollado por Norbert Wiener, Julian Bigelow y Arturo Rosenbleuth para explicar una cadena causal cerrada, en la que no se puede distinguir categóricamente entre causa y efecto. Un sistema se auto-regula en base a la información que recibe sobre su propia actividad. Si el efecto neto es amortiguar la perturbación, la retroalimentación es negativa (v.g. homeostasis). Una retroalimentación positiva, en cambio, amplifica una perturbación y puede llevar al sistema a un estado diferente (v.g. aprendizaje y auto-organización). (N.T.)